Luego de la conformación de la República, se consolidó la creencia de que en el conocimiento y el saber, se encontraban las bases del progreso cultural y material del país. Para que esto ocurriera en la novel nación, las autoridades y hombres públicos asumieron la responsabilidad de impartirlos y difundirlos, de manera de estimular el quehacer intelectual y así, contribuir de manera concreta, en el desarrollo de Chile. Durante la década de 1840 y tras lograr el ordenamiento político y el fortalecimiento de los principios republicanos, se generó un escenario adecuado para la reflexión y expansión intelectual propiciado por la fundación de numerosas instituciones y asociaciones ligadas a la educación y cultura, como la Universidad de Chile (1842), la Escuela de Artes y Oficios (1849) y la Quinta Normal (1841), entre otras, además de la llegada de importantes sabios extranjeros como Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento, Ignacio Domeyko, Claudio Gay, Andrés Antonio Gorbea y Bartolomé Mitre.
Al mismo tiempo surgieron nuevos espacios de sociabilidad que estimulaban este proceso. Las tertulias y las fiestas de la aristocracia eran instancias de encuentro y debate de distinta índole y abrían nuevas posibilidades de intercambio de conocimientos. A ellas asistían los intelectuales más connotados residentes en el país, además de importantes académicos nacionales, lo que daba pie para el desarrollo de discusiones metodológicas en el campo de la literatura, la historia y las ciencias. En este contexto, salieron a la luz pública diversas publicaciones periódicas que dejaron atrás el compromiso con la contingencia política inmediata, característico de las antiguas publicaciones, y centraron su atención en los movimientos y tendencias culturales que se estaban produciendo en el país y en el mundo sobre diversas materias. En el ámbito propiamente científico, las diversas actividades de los sabios extranjeros realizadas en Chile, a los que en los años siguientes se sumaron investigadores nacionales, comenzaron a incitar la atención de los ciudadanos más informados. La divulgación del conocimiento científico teórico, entendido en sus inicios, como la difusión del “catálogo” natural y geográfico del país, tomó diferentes expresiones: los textos específicos propios de la historia natural como los de Botánica o Zoología de la Historia Física y Política de Chile de Claudio Gay; los textos de estudio de las distintas disciplinas científicas como las Lecciones de Aritmética (1861) de José Dolores Bustos o los Elementos de la Historia Natural (1866) de Rodulfo Amado Philippi y las revistas de divulgación científica como los Anales de la Universidad de Chile. Anales de la Universidad de Chile Los Anales de la Universidad de Chile es el órgano oficial de la esta casa de estudios desde 1843. Al poco tiempo de entrar en funcionamiento, la Universidad identificó la necesidad de contar con una publicación que permitiera la comunicación entre especialistas; fuera un testimonio de la investigación acumulativa y crítica que se producía tanto dentro, como fuera de sus aulas y contribuyera a la conformación de una comunidad científica. Los Anales reunían toda la información disponible en el país sobre materias educacionales y científicas, circuló profusamente en Chile y el circuito científico internacional y se constituyó en un instrumento de uniformidad del sistema educacional y de la circulación de la creación intelectual nacional. En sus inicios su tiraje era de 500 números anuales, en los que daba a conocer los distintos reglamentos y estatutos internos, las mallas curriculares y otras normativas de la Universidad y sus facultades, además de trabajos analíticos de distintas disciplinas. Tras la etapa de la conformación normativa de la Universidad, comenzaron a publicarse artículos de carácter académico y de intelectuales extranjeros residentes en el país. Entre 1843 y 1879, de un total de 763 investigaciones, 560 fueron escritos por académicos, de las cuales 263 fueron de matemáticas y 124 sobre medicina. Su periodicidad era anual o semestral, según los requerimientos de entrega de información del acopio de investigación recabado hasta la fecha. Actualmente la revista continua publicándose y, a lo largo de su historia ha tenido cinco series que han modificado su formato. En el ámbito estrictamente científico, pese a que los contenidos variaban de acuerdo a los intereses editoriales, público objetivo y coyunturas específicas, todas las publicaciones perseguían la misión de entretener, informar y enseñar a la comunidad sobre las técnicas más avanzadas de la ciencia, dando cuenta de las eventuales aplicaciones de estos conocimientos específicos en la vida cotidiana y de ofrecer explicaciones sobre los diferentes fenómenos que ocurrían en el entorno. Así, era posible, junto con encontrar artículos sobre ciencias exactas, farmacia, zoología o geología, consejos para ordeñar las vacas de una forma más eficiente, datos de higiene para la dueña de casa, procedimientos caseros para eliminar ratas, informaciones sobre el uso doméstico del gas como combustible, técnicas elementales para preparar la mantequilla y ensayos sobre las causas de los temblores. También existía un interés especial por difundir los avances y descubrimientos alcanzados por estas disciplinas en Chile y el mundo, en especial aquellos que simbolizaban el progreso material como el barco a vapor, el ferrocarril y la electricidad. Revista | Ciudad | Años | Anales de la Universidad de Chile | Santiago | 1843- | El mensajero de la agricultura | Santiago | 1843 | Revista Gaceta Médica | Valparaíso | 1843 | Revista de Santiago | Santiago | 1848 - 1855 | Revista Médica de Santiago | Santiago | 1856 | Revista de Ciencias i Letras | Santiago | 1857 | Revista Minería i metalurgia de Copiapó, Chile i Sudamérica | Copiapó | 1860 | Anales de la Sociedad de Farmacia de Santiago | Santiago | 1863 | El médico práctico | Santiago | 1867 | La Revista científica i literaria | La Serena | 1871 | Revista Médica de Chile | Santiago | 1872 | Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile | Santiago | 1875 | Revista Gaceta Médica | Valparaíso | 1879 | Revista de Sociedad arqueológica | Santiago | 1880 | Revista de Chile | Santiago | 1881 | Anales de la Sociedad de Farmacia de Santiago de Chile | Santiago | 1883 | Boletín de la Sociedad de Fomento Fabril | Santiago | 1883 | Revista Económica | Valparaíso | 1885 | Revista de Marina | Valparaíso | 1885 | Anales del Instituto de Ingenieros de Chile | Santiago | 1888 | Anales del Instituto de Ingenieros | Santiago | 1891 | Revista Chilena de Historia Natural | Valparaíso | 1897 | La Revista de Chile | Santiago | 1898 | Boletín del Museo de Historia Natural | Santiago | 1908 | La aparición de las revistas científicas debe entenderse en el contexto de que la frontera entre las ciencias aplicadas, las humanidades y las artes eran difusas y todas tenían el mismo carácter, al ser entendidas integralmente como núcleo del saber humano. Así las revistas científicas del siglo XIX, trasuntan el pensamiento científico y humanista de la época y muestran, de una manera taxativa, el nivel cognitivo ya alcanzado en el país. Esto significó que muchas de estas publicaciones, fueran tanto magazines literarias como científicas. Revista de Ciencias y Letras Desde la naciente elite intelectual de la República surgió la necesidad de crear diversos medios que permitieran la difusión de los conocimientos científicos y humanísticos alcanzados en el país hasta la fecha de manera de contribuir en la tarea educativa que cruzaba transversalmente la intención editorial de todas estas publicaciones. Es así como en 1857, a partir de una sugerencia de Andrés Bello, nace la revista Ciencias y Letras. Con un estilo de redacción directo, su público objetivo eran los jóvenes intelectuales y estudiantes interesados en aprender sobre los nuevos descubrimientos y avances en los campos de las artes, letras y ciencias. La envergadura de sus contenidos, su actualización, así como el énfasis pragmático de muchos de los artículos, pretendían fomentar el desarrollo de nuevas técnicas tanto para la vida cotidiana, como para su implementación en la explotación de los recursos del país. Entre sus más activos colaboradores se podía encontrar a Antonio Varas, Augusto Orrego Luco, Fanor Velasco, Ignacio Domeyko, Jean Gustave Courcelle-Seneuil, Rodulfo Amando Philippi, Amado Pissis y Andrés Bello. Revista Chilena En 1875 se fundó, bajo la dirección de Miguel Luis Amunátegui y Diego Barros Arana, y la edición general de Jacinto Núñez, la Revista Chilena. Órgano de corte liberal, su prosa se caracterizó por su contenido ideológico que simpatizaba con el lenguaje positivista de la época, difundiendo los postulados de Comte y abogando por la separación entre la Iglesia y el Estado, entre otras ideas progresistas. Artículos como “Profesiones científicas para la mujer” (1877) de Ernesto Turenne, demuestran esta intención. En dicho ensayo, el autor analizó detenidamente la conveniencia de contar con la participación femenina en el ámbito profesional, sin excluirlas de ninguna carrera y señalando la importancia de educar a la mujer en su calidad de madre. Entre sus colaboradores más comunes, además de sus directores, estaban Jorge Lagarrigue, Benjamín Vicuña Mackenna y José Victorino Lastarria. Revista de Chile Durante el siglo XIX, al menos dos revistas llevaron este nombre. La primera se fundó en la capital en 1881, con el objetivo de ser una plataforma de difusión para todos los conocimientos científicos y así contribuir al progreso nacional. Entre las publicaciones más interesantes estaban una serie de artículos en las que se fundía el relato de diarios de viajes y conocimientos específicos. Acá escribieron Diego Barros Arana, Julio Bañados, Andrés Bello, José Victorino Lastarria, Carlos Sazié y Vicente Pérez Rosales. En 1898 apareció una revista con el mismo nombre, bajo la dirección de Luis Arrieta. Revista de carácter más bien enciclopédico, debido tanto a su diseño, como al basto universo de temas que cubría, su línea editorial privilegiaba las ciencias sociales y los tópicos geopolíticos, como las fronteras y la inmigración en Chiloé, entre otros. Revista de Santiago  La Revista de Valparaíso, estimuló la fundación de esta revista en 1848. Fundada por Fanor Velasco y Augusto Orrego Luco, esta publicación aspiró ser un medio de expresión de la masa crítica del país y de quienes por su independencia ideológica, no tenían cabida en otro medio. Al mismo tiempo, existieron publicaciones y boletines que eran órganos comunicacionales de muchas instituciones nacientes del país. En ellas se pretendían difundir los conocimientos específicos de ciertos gremios y profesiones, junto con reafirmar la identidad de la comunidad científica y abrir espacios de intercambio y colaboración. Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile Fundado en 1875 y dirigido por Francisco Vidal Gormáz, este órgano de difusión de la Marina de Chile, se dedicó a estudiar temas sobre Hidrografía, Cartografía y las costas del territorio nacional, con una notoria preocupación por los eventos geográficos e hidrográficos de la zona austral y septentrional del país. Además de establecer nexos profesionales y canje bibliográfico con entidades similares, la revista se centró en difundir los avances sobre el reconocimiento hidrográfico del territorio nacional y extranjero, al servicio del progreso del país. Noticias Hidrográficas En 1877 sale a la luz pública este Diario Oficial que se concentraba en informar sobre los nuevos derroteros de Chile y los mares del mundo, vinculado a la navegación de Chile, noticias de las oficinas hidrográficas de la Armada. Información más técnica de la Marina y de carácter práctico que cautela una navegación adecuada. Los contenidos tratados en las revistas, coincidieron cronológicamente con la necesidad de actualizar la bibliografía científica de las distintas disciplinas y actuaron como un medio que posibilitó la sinopsis informativa de cada especialidad, lo que permitió la actualización disciplinaria y la conformación de redes entre científicos y académicos ocupados en este campo del saber, fortaleciendo la imagen gremial de la ciencia dentro de la sociedad de la época. De la mano de Francisco Vidal Gormáz, capitán a cargo de la Oficina Hidrográfica de la Marina Nacional (1874), la Armada de Chile, fue una institución clave en el avance de las ciencias durante las últimas tres décadas del siglo XIX. Enfocada en contribuir en los estudios fronterizos, meteorológicos, hidrográficos y en la exploración del mar y litoral adquirido tras la Guerra del Pacífico, el aporte realizado por la Armada fue clave en el conocimiento territorial y marítimo del Chile del siglo XX. Todas estas investigaciones fueron publicadas en los distintos órganos oficiales de la institución, con el objetivo de propagar los avances adquiridos. Revista de Marina En julio de 1885, Francisco Vidal Gormáz fundó en Valparaíso la Revista de Marina, que complementaba las posibilidades de investigación y difusión sobre las condiciones meteorológicas y biológicas del territorio marítimo de Chile. En su contenido destacaban numerosos análisis históricos; reflexiones sobre los combates en que había participado la Armada; diversas crónicas sobre la navegación a vapor, la artillería naval, las recientes construcciones navales y estudios de carácter químico. Este órgano divulgaba las tareas de modernización de la Armada Nacional y los resultados de los últimos trabajos taxonómicos, geológicos o geográficos que tiene los extranjeros que estaban realizando en el país. Luego de la Guerra del Pacífico y la toma de posesión de las regiones de Tarapacá y Antofagasta, este boletín asumió la tarea científica de extender la aprehensión cognitiva sobre algunos lugares del territorio chileno, el litoral costero y, en general, sobre todo el cuerpo físico de las nuevas regiones incorporadas a Chile. Completó la tarea taxonómica iniciada por Gay, de dar cuenta sobre la flora, fauna y geografía del Norte Grande. Estas publicaciones eran testimonios de los estudios específicos realizados en o sobre nuestro país y se convirtieron en aportes considerables para las futuras generaciones de investigadores que siguieron formándose en la senda de la ciencia. El férreo apoyo de los gobernantes del siglo XIX logró que se asentara en el imaginario colectivo la noción de que el desarrollo de la ciencia y el conocimiento de la naturaleza, estaban íntimamente relacionados con el ideario de progreso nacional, concepto que trascendió a la siguiente centuria. |