La llegada de los conquistadores a América, durante el siglo XVI, significó el establecimiento físico e intelectual de la civilización europea en un continente remoto, poblado por culturas y civilizaciones ancestrales, que llevaban una vida que resultaba extraña para los habitantes del viejo mundo.
Para transformar esta región amplia y culturalmente tan diversa en parte integral del Imperio más pujante de la época las autoridades peninsulares debieron impulsar medidas en distintos frentes. Entre ellas, se contaba un activo trabajo en el área de la infraestructura: fue necesario construir nuevas ciudades, puertos, caminos, canales, sistemas de regadío, fundiciones, industrias, fortificaciones y edificios. |
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En un país como Chile, que tiene más de 200 millas marítimas desde la línea de marea baja al oeste, los puertos, además de ser la puerta de entrada y salida del territorio, se configuran como puntos geográficos estratégicos e importantes centros de intercambio comercial y social. Es por esto que, la historia de los puertos nacionales se remite necesariamente a la época de la conquista y la colonia. Desde el siglo XVIII, se configuran como núcleos significativos de la incipiente actividad comercial de la Capitanía General de Chile, para luego, durante el proceso de organización y consolidación de la República, transformarse en ejes de la economía nacional, debido primero a la exportación cerealera y luego a la expansión minera. |
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