Mann, Wilhelm
Retrato de Wilhelm MannEl autor de Chile: luchando por nuevas formas de vida nació en Bielefeld, Alemania en 1874, y se doctoró en filosofía en la Universidad de Frankfurt. Es indudable que en el ambiente competitivo de la universidad alemana debe haber encontrado un límite en sus expectativas de carrera académica. Por ese motivo, aceptó la invitación que le cursara el gobierno chileno para participar en el proceso de modernización del sistema educativo, integrándose al Instituto Pedagógico.

Por otro lado, aunque no tenemos antecedentes claros, debe haber tenido un currículum de calidad para que el gobierno chileno se haya fijado en él, como uno de los candidatos para ser contratado como parte de un equipo que en su momento fue considerado de alta selección, arribando a Chile en 1903. Empezando por Rodolfo Lenz, todos ellos fueron destacados profesionales y dejaron una huella importante en Chile.

El presidente José Manuel Balmaceda inició un amplio plan de mejoramiento de la educación y la apertura del Instituto Pedagógico en 1889 formó parte de él. Esta institución tendría la misión de formar profesores para las distintas especialidades que se impartirían en los liceos. Entre ellos estaban Federico Johow, especialista en Ciencias Naturales; Federico Hanssen, en Filología; Hans Steffen, en Geografía; Alfredo Beutell, en Ciencias Físicas; Augusto Tafelmacher, en Matemáticas; Rodolfo Lenz, en Lingüística; Jorge Enrique Schneider, en Pedagogía y Filosofía; y el mismo Wilhelm Mann, en Filosofía. Posteriormente se incorporaron algunos profesores chilenos. Entre estos se puede mencionar a Enrique Nercassseau, en Literatura Española; Domingo Amunátegui, en Derecho Constitucional; Julio Montebruno, en Historia Americana y Francisco Servat, en Química.

Vista de Valdivia, zona de colonización alemana.En diciembre de 1903 el mismo Rodolfo Lenz le traspasó a Wilhelm Mann la rectoría del liceo de Aplicación, además de nombrarlo profesor de Pedagogía del Instituto Pedagógico. Es interesante añadir que ya en el primer artículo de su contrato firmado en Alemania ante el Ministro (equivalente a embajador) de Chile Francisco Antonio Pinto rezaba: “El doctor Mann se compromete a trasladarse a Chile para desempeñar la clase de Pedagogía, Psicología y Lógica en el Instituto Pedagógico de Santiago. El doctor Mann se compromete a desempeñar también el puesto de rector del Liceo de Aplicación en el caso de que el Consejo de Instrucción Pública lo designe para ese puesto”.

En nuestros días la descripción de estos cargos sería considerada demasiado amplia y vaga, al menos desde un punto de vista estrictamente académico. No obstante, hace poco más de un siglo, todavía en algunos aspectos la Universidad de Chile estaba fundándose como parte del desarrollo del Estado moderno, y tenía una gran irradiación hacia el mundo intelectual y cultural, contexto en el cual el Instituto Pedagógico y después la Facultad de Filosofía y Educación (más adelante, Filosofía y Humanidades) tuvo una importancia señalada por varias décadas. Así podemos ver que Wilhelm Mann fue una personalidad con influencia tanto en la gestión académica como en el desarrollo de una nueva pedagogía, en la sicología aplicada a la educación y en el cultivo de las humanidades, siguiendo la tradición del humanismo germano del siglo XIX según las pautas indicadas por Wilhelm von Humboldt, hermano de Alexander.

Wilhelm Mann traía de Alemania las nuevas teorías pedagógicas que ayudó a introducir en el ambiente chileno, representadas también por otro antecesor suyo, el alemán Jorge Schneider. En los hechos esta novedad tiene que ver con un tema de la educación en Chile que está todavía presente con nosotros, y es que la memoria es un factor imprescindible en el aprendizaje, aunque la simple memoria acumulativa no puede ser sinónimo de educación. En el lenguaje de su época esto significaba que Jorge Schneider y Wilhelm Mann introdujeron tanto el método “inductivo” como el “intuitivo”. Por el primero se quería evitar un mal profundamente arraigado en Chile, en algunos sentidos hasta el presente, el de que el educando era un objeto pasivo que acumulaba información. Se pretendía, con el estilo ipuesto por estos alemanes, convertir al estudiante en un sujeto activo del proceso del aprender y del pensar, evitando la transmisión mecánica de conocimientos que ve en el alumno un ente fundamentalmente receptor. Sin este paso fundamental no se puede formar una mentalidad científica. Por “intuitivo” hoy día entenderíamos una participación más activa, casi empírica, en el acto del conocimiento, algo así como una comprensión directa de las cosas, ya sea en las ciencias naturales, o en la historia y geografía, estas últimas entonces completamente unidas en una sola especialidad. Se complementó esta enseñanza con un activo contacto con la na¬turaleza en actividades que podrían denominarse de “excursiones científicas”, un estilo muy propio al mundo germano como amor a la naturaleza física y animal.

Como rector en el liceo de Aplicación, Wilhelm Mann inauguró el curso de Sicología Experimental, una rama que le había interesado en Alemania siendo joven. Introdujo otras innovaciones también, como la de relevar la importancia de la gimnasia y el deporte; e impulsar la ampliación a la enseñanza femenina, creando un liceo para mujeres, anexo al liceo de Aplicación. Después de una incansable actividad peticionaria a las autoridades logró dotar al liceo de, como se decía en la época, gabinetes de Física, Química y Ciencias en general. A la vez, dentro de una concepción integral de la educación, los alemanes pusieron el acento en la música, en el canto y en la difusión de los mismos. Wilhelm Mann entregó la rectoría en 1914 a un sucesor interino, el también alemán Teodoro Kausel, poco después reemplazado por el chileno Julio Montebruno.

En el Instituto Pedagógico Wilhelm Mann dejó una creación importante que fue el Laboratorio de Sicología Experimental que incluía toda una serie de instrumentos de medición traídos desde Alemania. Con ellos se podía apreciar, con una cierta cuantificación, fenómenos como la atención, la fatiga, la memoria y la percepción. Este laboratorio fue el núcleo del futuro Instituto de Sicología de la Universidad de Chile a partir de 1942. En julio de 1929 fue nombrado decano de la entonces denominada Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Chile.
 
En esta época debió responder a críticas muy comunes en la tradición universitaria moderna y, en particular en Chile. Se criticaba al Instituto Pedagógico por dar poca atención a la ciencia, dedicándose a la formación de profesionales desprovistos de un nivel intelectual aceptable. Defendió a la que iba a ser su Facultad, señalando que en ella “funciona un seminario de carácter rigurosamente científico en el sentido de los estudios universitarios europeos, seminarios cuyos trabajos giran en este año alrededor de ‘Prolegómeno de Kant’. Por otro lado gran parte de los estudios de biología, física y química se desarrollan en forma de trabajos de laboratorio de los alumnos donde sus conocimientos se forman precisamente por la experimentación y el raciocinio propio”.

También abogó para elevar el nivel científico de los profesores una vez egresados del Instituto Pedagógico. Como se ve, éstos son temas bastante perennes de la educación en Chile. Su decanato duró poco, ya que terminó en noviembre de 1930 sin que sea posible averiguar las causas de esa brevedad, si se produjo por el carácter cambiante de las autoridades del gobierno en el momento, por las sempiternas querellas académicas u otras razones.

La imagen muestra caleta de pescadores. La obra de Mann ofrece una aguda descripción de la sociedad de la época. Fue, asimismo, un ensayista y un difusor de las ideas del pensamiento contemporáneo, de Sigmund Freud a Martin Heidegger y a Jean Paul Sartre. Esto lo efectuó tanto desde sus clases en el Instituto Pedagógico y después en la Facultad, como en una serie de escritos ya sea sobre educación europea, sobre filosofía y sobre música. Fue una figura universal de esas que suelen darse en América Latina donde, desde la perspectiva de un europeo, todo estaba por hacerse. No podríamos decir que se trata de un pensador, ni tampoco de un académico que con cierta originalidad ingresa al campo del debate intelectual. Se trata de un difusor de gran sensibilidad humanista y estética, provisto de una extraordinaria disciplina y autodisciplina, que dejó siempre una huella agradecida en discípulos como Francisco Salazar, Hipólito Galante, Juan Gómez Millas y algunos profesores del liceo y Facultad que fueron sus contemporáneos, José María Gálvez, Darío Salas, Luis Tirapegui.

Después de su relativamente breve decanato en la Facultad de Filosofía y Educación, no disponemos de mucha información acerca de su vida. Pero tenemos abundantes testimonio de sus escritos, que para un autor es más que la vida material. Aquí destacó como comentarista de temas culturales y de pensamiento en general. Sin embargo, no sería muy conocido si no fuera por un libro que publicó en dos tomos los años 1935 y 1936, Chile luchando por nuevas formas de vida, un su conjunto de aproximadamente setecientas páginas que ofrecen un estudio del cuerpo político, social, económico, geográfico y cultural del Chile de los años de 1930.

 
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