A mediados del siglo XIX, los territorios lejanos, despoblados y sin una administración se convirtieron en importantes atractivos para los afanes imperialistas de las grandes potencias europeas. En este escenario, las nacientes repúblicas americanas comprendieron la importancia de poblar y ejercer soberanía sobre todas las regiones que comprendían su jurisprudencia, lo que, en el caso de Chile era una misión bastante compleja.
Las zonas más despobladas del territorio chileno estaban separadas del resto del país por la región de Arauco, lo que dificultaba enormemente la comunicación, el reconocimiento geográfico y la potencialidad de sus recursos naturales, lo que impedía su desarrollo económico, político y social. A esto se le debía sumar, la baja densidad poblacional que tenía Chile, lo que impedía trasladar personas de otras provincias para asentar en Valdivia y Melipulli (actualmente Puerto Montt).
En este contexto, durante el gobierno de Manuel Bulnes se ideó un plan de inmigración extranjera sustentado en la ley de inmigración selectiva (1845) que pretendía, no sólo traer a personas para ocupar de manera efectiva los territorios australes, sino que también que fueran de un mayor nivel socio cultural, con lo que se esperaba que se solucionaran el problema de la reducción indígena, impulsaran la marina por medio de colonias pescadoras en las caletas y playas deshabitadas y trajeran avances tecnológicos y nuevos conocimientos específicos que ayudaran a desarrollar la industria y el campo.
La colonización como preocupación oficial del gobierno, recibió su mayor estímulo a partir del envío a Europa en 1848 de Bernardo Philippi, alemán contratado por el gobierno de Chile, para reclutar inmigrantes de la misma nacionalidad. Éste, en 1846 ya había inducido a algunos de sus compatriotas a instalarse con buenos resultados en una hacienda cercana a La Unión.
En 1850 comenzaron a llegar a Valdivia los primeros grupos de inmigrantes, lo que conllevó a la creación del cargo agente de colonización de Valdivia ocupado por Vicente Pérez Rosales.
Vicente Pérez Rosales
Vicente Perez Rosales nació en 1807 en el seno de una importante familia de Santiago. Fue aventurero, comerciante, minero, agricultor, político y diplomático, actividades que le permitieron recorrer Chile, Sudamérica, Estados Unidos y Europa. En 1850 fue contratado por el gobierno del presidente Manuel Montt como agente de colonización de la zona Valdivia y Llanquihue. Su misión era organizar el proceso de asentamiento de los inmigrantes alemanes que se fueron estableciendo en esa zona.
Con el fin de habilitar nuevas tierras Pérez Rosales destruyó con fuego enormes extensiones de bosques entre el oriente del río Bueno y la cordillera, y desde dicho río hasta el seno de Reloncaví y en 1852 decenas de familias alemanas se instalaron a orillas del lago Llanquihue. Al año siguiente, el astillero de Melipulli, hoy Puerto Montt, ya era un verdadero pueblo.
Los inmigrantes del Lago Llanquihue transformaron el paisaje natural del territorio para dedicarse a la agricultura, cuya producción se complementó sin problemas con las actividades fabriles y comerciales que realizaban sus compatriotas radicados en Valdivia.
Hacia 1870, el proyecto de colonización alemana en el sur era todo un éxito. La región ostentaba el mayor dinamismo económico del país y los nuevos ciudadanos eran un ejemplo de laboriosidad, honradez y espíritu emprendedor para el resto de los chilenos.