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La Ocupación de la Araucanía (1861-1882)
Tras la consolidación de la independencia de Chile, una de las primeras preocupaciones de la naciente República fue reconocer el territorio sobre el cual ejercería soberanía e incorporar aquellas regiones que estaban marginadas, como la zona comprendida entre los ríos Bíobio y Toltén. Acá vivían más de 190 mil indígenas entre pueblos pehuenche y mapuche que, desde el siglo XVIII se encontraban en un difuso proceso de colonización espontánea, intercambio comercial y migraciones. En este contexto se estaba cuando se realizó en 1825, el Parlamento de Tapihue entre autoridades del gobierno y el pueblo mapuche.

Parlamento de Tapihue (1825)
Imagen de muestraEn 1823, el Senado Consulto acordó la realización de un parlamento con el fin de establecer un acuerdo que regulara las relaciones entre la República y el pueblo mapuche. Así, el 7 de enero de 1825, durante el gobierno de Ramón Freire, se celebró el Parlamento general de Tapihue con la participación de un representante del gobierno y un militar chileno enviados por el Congreso y las máximas autoridades de los grupos mapuche, encabezados por el longo Mariluan.
En este encuentro se ratificó al río Biobío como la frontera entre Chile y la Araucanía, se puso fin a la guerra entre la República de Chile y el pueblo mapuche producto de la alianza de estos últimos con la corona española y se prohibió que ningún chileno, considerado por los mapuches como un peligro para la paz, habitara al sur del río. 

Durante dos décadas se respetaron los acuerdos establecidos en el Parlamento, sin embargo la guerra civil de 1851, generó un nuevo espacio de confrontación entre chilenos y mapuches. José María de la Cruz, líder del movimiento golpista liberal se alió con importantes lonkos y clanes de la Araucanía para derrocar al entonces presidente Manuel Montt, bajo la promesa de respetar su autonomía en el caso que ellos llegaran al poder. Esto motivó a que en 1852, el presidente Manuel Montt, luego de aplacar las rebeliones, tomara las primeras medidas para incorporar al territorio de la Araucanía bajo soberanía chilena. Así, se creó la provincia de Arauco que comprendía los territorios indígenas entre el Bío-Bío y el norte de la provincia de Valdivia y dispuso una norma que protegía la propiedad indígena. Sin embargo, este último aspecto quedó sólo en el papel,ya que la apropiación indebida continuó desarrollándose por parte de unos pocos especuladores que acumularon inmensos territorios conseguidos de manera fraudulenta y distintas argucias.

En este escenario no era de extrañar que en 1859, los mapuches se volvieran a aliar con las tropas liberales en contra de los conservadores, lo que causó importantes daños a los pueblos recientemente fundados como Santa Bárbara, San Carlos o Nacimiento y a las tierras de las haciendas establecidas en la región. La violencia de este alzamiento llevó a la opinión pública a presionar a las autoridades a encontrar soluciones definitivas a este conflicto. En este complejo escenario, la aparición del francés Orélie Antoine de Tounens no vino sino a acelerar un proceso que ya era inminente.

Orélie Antoine de Tounens
El aventurero francés Orélié Antoine de Tounes  llegó a Chile en 1858. Al poco tiempo de estar en el país, constató  el abandono administrativo en el que se encontraba la Araucanía y decidió acercarse a los lonkos de la zona y proponerles formar una colonia francesa – indígena en la que se reivindicarían los derechos de los aborígenes. Los lonkos, convencidos de los planes de Tounes lo invistieron solemnemente como Rey de la Araucanía, lo que llevó al francés a autoproclamarse como Orélie-Antoine I, rey de la Araucanía y la Patagonia “por la gracia de Dios y la voluntad de los indios del extremo sur del continente americano”, en 1860. Sin embargo, al poco tiempo Tounes fue apresado por orden del entonces presidente, José Joaquín Pérez y fue recluido en una casa de orates, hasta que el cónsul francés en Chile logró su repatriación a Francia.
Nueve años después volvió a la Araucanía, pero rápidamente retornó a su tierra natal donde murió en 1878.

Tras el afán independentista del pueblo mapuche y la autoproclamación de Orélie Antoine I como Rey de la Araucanía y la Patagonia, el gobierno de Chile decidió aplicar el plan de ocupación de los territorios, ideado por Cornelio Saavedra y conocido comidentificado por ellos como el proyecto de la “Pacificación de la Araucanía”.

La “Pacificación” de la Araucanía
El plan de ocupación aplicado fue el propuesto por general del ejército Cornelio Saavedra Rodríguez. Éste no sólo incluía acciones militares, sino que también la penetración pacífica de los territorios, mediante el traspaso de cultura chilena al otro lado de la frontera del Bío-Bío a través de la fundación de ciudades, construcción de obras públicas como caminos, telégrafos, escuelas y hospitales, además del establecimiento de colonos en tierras gratuitas, de manera de fomentar la ocupación de la zona y desarrollar la producción de trigo.

En 1861, Cornelio Saavedra comenzó la primera etapa de la ocupación, marcada por una escasa resistencia y un rápido avance. Luego de pasar por el río Malleco, refundó la ciudad de Angol y construyó los fuertes de Lebu (1862), Mulchén (1862), Collipulli (1867) y Cañete (1868), llegando al río Toltén por la costa en 1867, lo que significó la ocupación de una franja de cuarenta kilómetros en sentido longitudinal.

Sin embargo en 1868 el avance fue más complejo, debido a que las tropas se internaron en las zonas altas de la cordillera, lo que provocó sangrientos y brutales enfrentamientos desde las tropas chilenas hacia los indígenas comandados por Quilapán, quienes rápidamente fueron derrotadas, lo que permitió situar la línea del Malleco como una frontera custodiada por 2.500 hombres.

En 1871, la pacificación quedó en manos del general Basilio Urrutia quien logró avanzar hacia Traiguén (1878) fundando un fuerte con el mismo nombre y trasladando la frontera hacia esa zona. Durante este período, las fuerzas mapuches prácticamente no se pronunciaron debido a que quedaron fuertemente debilitadas, lo que permitió realizar tareas agrícolas y ganaderas, montar aserraderos y dar impulsos a los precarios campamentos surgidos bajo el amparo de los fuertes.

El estallido de la Guerra del Pacífico generó un nuevo escenario para la ocupación. El general Basilio Urrutia fue llamado por el gobierno a asumir el cargo de Ministro de Guerra y Marina y las tropas fueron retiradas de la Araucanía. En su reemplazo se movilizaron fuerzas civiles de los pueblos fronterizos, lo que provocó que en 1881 se realizara un sangriento alzamiento general.

Sin embargo, el fin de la Guerra contra Perú y Bolivia implicó que todas las energías gubernamentales y militares estuvieran orientadas hacia la incorporación absoluta de la región de Arauco. Por esto el presidente Domingo Santa María, instruyó a al coronel Gregorio Urrutia anexar en el tiempo más corto posible estos territorios a la República de Chile.

La campaña de 1882 y 1883 reprimió fuertemente a últimos reductos “insurrectos”, quienes no tuvieron más opción que escapar hacia zonas precordilleranas.

Campaña Villarrica
Gregorio Urrutia llevó a cabo una campaña de carácter punitiva, en la que erigió fuertes como Victoria, Chol-chol, Nueva Imperial, y Curahue, además de la refundación de la ciudad de Villarrica y logró incorporar la franja entre el río Cautín y el Toltén. Durante estos dos años, se estima que cerca de diez mil indígenas fueron asesinados por escaramuzas del ejército chileno, lo que no dejó más alternativa que la huída de los pocos sobrevivientes que quedaran hacia los sectores altos.



Subercaseaux Latorre, Francisco Antonio
Memorias de la Campaña a Villarrica: 1882-1883. Santiago: Imprenta de la Librería Americana de Carlos 2º Lathrop, 1883.

Tomás Guevara
Ocupación de Villarrica i del Alto Bío-Bío, en Historia de la civilización de la Araucanía. Santiago: [s.n.], 1898-1902, pp. 461-480. 

De esta manera se marcó el fin de la autonomía territorial mapuche y todas las tierras de la región fueron declaradas fiscales La ocupación de estas tierras “libres” quedó en manos de numerosos colonos europeos, principalmente españoles, alemanes, franceses, italianos y suizos que llegaron en 1883 para asentarse en las zonas de Victoria, Ercilla, Quino, Temuco, Imperial, entre otras. Sin embargo, este poblamiento tardó en consolidarse debido a la persistente inseguridad y a su falta de experiencia campesina.

Por su parte, los mapuche fueron confinados en estrechos terrenos comunitarios de mala calidad conocidos como reducciones, asignados por la Comisión Radicadora, para que practicaran sus actividades agrícolas y ganaderas en espacios de corta extensión y con una población en constante crecimiento.
 
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