Salud pública: medidas que pudieran adoptarse para mejorarla |
El Ferrocarril. Santiago, lunes 11 de febrero, 1856. Página, 2 En los tiempos que atravesamos, en que todo conspira al desarrollo i progreso de los pueblos; en que cada nación se hace la emula de las demás que forman el gran cuerpo social para activar i acelerar la marcha de nuevas i provechosas instituciones; en que el espíritu reformador, en fin, apoderándose de todos los ánimos, tiene en espectativa al mundo entero, encontramos sin embargo, males de seria trascendencia, fáciles, si se quiere, de remediar, pero que con todo han podido pasar desapercibidos hasta el momento, en que perniciosos resultados han venido a llamar nuestra atención. Chile, que animado también por el espíritu de la reforma, i merced a una paz sólida, ha podido sobrepujar a las demás repúblicas de Sud América, i aproximarse en sus adelantos al grado de cultura a que han podido arribar las naciones más aventajadas o que cuentan siglos de existencia; que luchando a brazo partido con los hábitos i preocupaciones inveteradas que nos legara el coloniaje, ha podido difundir la ciencia i demás conocimientos útiles a toda una nueva jeneración; que a fuerza de sacrificios i de constancia ha conseguido mejorar la industria de sus diversos ramos, dando garantías que tienden a ensancharla; i estableciendo escuelas de todo jénero para ponerlas al alcance de las clases mas menesterosas; que ha promovido i promueve diariamente asociaciones importantes para facilitar la viabilidad i proporcionar elementos a la industria agrícola; que ajitado, en fin incesdantemente por es deseo de hacerlo todo, agota sus recursos i no se para en los medios para realizar empresas benéficas que harán mas tarde su gloria i su esplendor. Chile, repetimos, i lo decimos con sentimiento, activando i cooperando con teson el desarrollo de cuanto se cree útil, se ha olvidado de ciertos males que lo aquejan i que no serían difíciles de atajar en sus marcha, si el celo de la autoridad se contrajese a hacer desaparecer el egoísmo de los que están llamados a remediarlos. Hablamos del mal inminente que amenaza a nuestra población con el crecidísimo número de personas que fallecen, principalmente de entre los párvulos; mal que ha debido llamar la atención de la autoridad, tiempo ha, pero que se ha ido mirando con desdén hasta que ha llegado a tomar formas inmensas i que aterran al mas indiferente. Ahora mas que nunca, pues, que el número de fallecidos en el mes próximo pasado ha ascendido a la cifra de 969 individuos, es cuando la autoridad debe tomarse el trabajo de adoptar las medidas necesarias i oportunas para establecer un régimen regular de policía de salubridad, valiéndose para ello del auxilio de la facultad de ciencias médicas. Recuérdese a este cuerpo el fin con que se ha organizado, hágase entender los deberes que está llamado a cumplir, i de este modo alcanzaremos a ver, por la primera vez quizás, algún fruto, algún provecho de esa institución. Pero para que tales resultados puedan esperarse con mejor éxito, fuerza es que se organice ese cuerpo bajo otras bases. I sea la principal de todas, la de llamar a su seno a todos los facultativos empleados diariamente en la asistencia de los hospitales, i obligar a cada uno de ellos a llevar una estadística prolija i circunstanciada de los diversos casos que se les presenten, sin omitir los más frecuentes; i consignando al mismo tiempo los métodos o planes curativos empleados para cada caso, como tambien los resultados que hayan obtenido de la aplicación de este o aquel medicamento, i dar cuenta mensualmente a la facultad. Emprendido este trabajo, se habrá hecho no solo un bien a la humanidad, sino que se habrá dado también un paso en el progreso i adelanto de la ciencia. |