Más allá del último horizonte
Vicente Huidobro, nació en 1893, en el seno de una aristocrática familia chilena de profundas convicciones religiosas, antecedente vital a la hora de entender su producción literaria, que, aunque mayoritariamente poética, incluyó también la novela y el ensayo, además de la incursión en teatro y guión cinematográfico.
“Yo te formé para rey”, le dijo alguna vez su madre y de algún modo así lo entendió Huidobro, que no buscó hablar de los cosas sencillas ni ser la voz de los que le rodeaban, sino alejarse de la cotidianidad para ir en búsqueda de lo que él consideraba verdaderamente trascendente, siempre desde una perspectiva de elite.
Con la publicación de Pasando y pasando, en 1914, obra que contiene una fuerte crítica a la Iglesia, sobre todo a la orden de los jesuitas, provocó el primer escándalo huidobriano. La acción de la llamada “inquisición familiar” destruyó gran número de ejemplares. Tras estos acontecimientos, su propuesta comenzó a delinearse; dejó atrás la concepción estética tradicional, hecho que se advierte en el artículo “Arte del sugerimiento” y en el manifiesto "Non serviam", leído en Santiago en 1914. De acuerdo con éste, el poeta se niega a continuar sirviendo a la naturaleza y propone la creación de una nueva realidad: “Y he aquí, que una buena mañana después de una noche de preciosos sueños y delicadas pesadillas, el poeta se levanta y grita a la madre natura: Non serviam”. Esta es la idea germen de lo que será el Creacionismo.
En medio del segundo momento del modernismo latinoamericano, viajó a París, epicentro de la vanguardia europea, convergente en la revista Sic. En esta ciudad, publicó, en 1918, como segunda edición, El espejo de agua. También de este año son Ecuatorial y Poemas Árticos, que dejaron completamente asentada su propuesta creacionista.
En el año 1925, el autor volvió a Chile y participó activamente en política, fundando la revista Acción, Diario de Purificación Nacional, llegando a ser, incluso, candidato a la presidencia de la República, dato que, curiosamente, no consignan la mayoría de los libros de historia de Chile. Sin embargo, su paso por esta esfera no fue auspicioso y, decepcionado, volvió a Europa.
En los años siguientes, Huidobro trabajó la escritura asociándola a otras artes, como el teatro (Salle Comedie de Paris), la moda (Robes- poemes), el cine (Cagliostro) y la plástica, por ejemplo, en sus caligramas y poemas pintados.
La década del 30 fue altamente fructífera para Huidobro, pues publicó sus obras cúlmines: Altazor (poesía) en 1931 y Mío Cid Campeador (novela), además de Temblor de cielo y el texto dramático Gilles de Raiz. A partir de 1933, ya radicado en Chile, se acercó nuevamente con intensidad a la actividad política, centrando su preocupación en el Partido Comunista chileno, la causa republicana española y el antifascismo europeo, sucesivamente. Este período coincidió con la escritura de su último manifiesto: Total, en 1932 y Monumento al mar en 1937. En Ciudadano del olvido y Ultimos poemas, publicados póstumamente por su hija Manuela García-Huidobro, se acentúa una forma más íntima y humanista de escritura.
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