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Fundador de la novela chilena

La inclinación por las letras se manifestó precozmente en Alberto Blest Gana, aunque, su también temprana decisión de seguir la carrera militar pareció decir lo contrario. Se inició en la literatura escribiendo poemas, casi todos destinados, por el propio autor, a la hoguera, a excepción de “Al corazón” publicado en 1853 en la revista El Museo. Luego se aventuró en la comedia con la composición teatral "El jefe de familia", que no tuvo el honor de ser representada; incursionó en la crónica picaresca y, por último, se introdujo en el género que mejor se ajustaba a su talento y en el cual realizó un aporte decisivo para las incipientes letras nacionales: la novela.

Sus primeras obras de este género, fueron ejercicios que siguieron los modelos folletinescos franceses y se mantuvieron muy apegados al sentimentalismo romántico de moda. Alcanzó a publicar cuatro novelas con esta filiación antes de iniciar la etapa realista de su obra narrativa con La aritmética del amor. El crítico Alejandro Fuenzalida Grandón describe este paso decisivo: “aparecía entonces la novela “blestiana”, de índole y médula criollas, con fiel y atento estudio del genuino ambiente nacional, reproducción sagaz de nuestras propias costumbres y modalidades, y “chilenidad”, en la forma y en el fondo”. Siguiendo esta línea de producción, Alberto Blest Gana publicó la novela más lograda de ese período, Martín Rivas, el que concluyó con la aparición como folletín de El ideal de un Calavera. Por la importancia de su obra, algunos de los principales críticos contemporáneos le han dedicado diversas notas en la prensa nacional, como Alone y Virginia Vidal.

Habían pasado menos de diez años desde que José Victorino Lastarria había lanzado el discurso promotor de una literatura nacional y, con ello, instaurado el Movimiento Literario de 1842. Desde esta perspectiva, Blest Gana había logrado cumplir la misión entonces propuesta, producir una literatura funcional al proyecto político liberal de nación que proponía la clase ilustrada chilena, como se puede desprender de su artículo “De los trabajos literarios en Chile”, publicado en La semana, en 1859.

Después de las publicaciones señaladas, se produjo un largo período de silenciamiento, coincidente con las obligaciones diplomáticas que había empezado a ejercer, primero en Estados Unidos, luego en Inglaterra y por último en Francia, donde vivió el resto de su vida.

En 1904, fecha incierta, publicó Los Trasplantados, considerada como su “canto de cisne” por la crítica chilena, pero cuando este libro aún se encontraba en prensa, ya estaba trabajando en El Loco Estero, como el mismo autor lo indica en una carta que envió a su amigo Diego Barros Arana. Y quedaba todavía Gladys Fairfield, publicada en 1912. Blest Gana falleció en Francia en 1920.